Francisco Antonio Pacheco Fernández

Información aparecida en medios de comunicación digitales respecto del Dr. Francisco Antonio Pacheco. Presidente de la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica

11.23.2006

Sobrerreacción editorial

La Nación 23 de noviembre 2006
http://www.nacion.com/ln_ee/2006/noviembre/23/opinion904834.html

Las encuestas deben mostrar transparencia, como también deben hacerlo los
políticos

Francisco Antonio Pacheco
Presidente de la Asamblea Legislativa

En mi ya larga participación en la vida pública del país, pocas veces he
visto un ataque más violento y desproporcionado por la puesta sobre la mesa
de discusión de un tema, que el que me lanza hoy el editorial de La Nación.
Es tan violenta la respuesta a las dos mociones sobre regulación de las
encuestas que presenté en la Comisión de Partidos Políticos y que fueron
aprobadas, que pareciera inútil debatir al respecto, ofrecer razones para
que sean examinadas, considerar puntos de vista. El editorial está concebido
para atacar, casi diría para denigrar, y no para abrir una ventana al examen
sereno que demanda el asunto.

El editorialista pasa por encima de una posición sistemática de defensa de
la libertad de expresión, de prensa y de información del suscrito, para
rebajar sus propuestas a un intento de “violar, meticulosamente, cada
aspecto de este derecho humano fundamental”. Casi, a lo Goebbels. Y esto a
pesar de que a varios de los periodistas que se han ocupado del asunto, les
constan mis posiciones sobre este tema, siempre del lado de la libertad.
Pueden pedir informes, si no los tienen, a la directiva del Colegio de
Periodistas que conoce lo que opino al respecto. De aquí el estupor que me
ha producido la “sobrerreacción” del editorial que opta por la andanada de
frases ofensivas en vez de promover el análisis sereno.

Con el respeto que me merece el periódico, mucho mayor que el que yo le
merezco al editorialista, pienso que el asunto debe ser examinado
racionalmente. Así lo hemos hecho algunos miembros de la Comisión,
informalmente, durante es-tos días, después de las primeras reacciones
recogidas. Algunas críticas nos han puesto a pensar en la necesidad de
introducir variantes a la propuesta original, pero eso será asunto de los
integrantes de la Comisión y no solo del suscrito.

Desde hace un par de días les he propuesto a algunos de ellos que invitemos
a algunas personas con conocimiento e interés directo en el asunto, para que
externen sus puntos de vista. Una alerta al respecto hubiera sido suficiente
para inducirnos a hacerlo.

Algún orden. No veo relación alguna entre el tema y la censura previa, ni
veo que guarde relación con la libertad de expresarse. De acuerdo con las
mociones, a nadie se le impediría ofrecer puntos de vista, ni siquiera dar
datos. Lo que sí se requiere es algún orden y, sobre todo, transparencia,
mucha transparencia. ¿De dónde proviene el temor a ofrecer los datos que
apoyan lo dicho por una encuesta? ¿Por qué resulta ofensiva la obligación de
entregar los datos básicos necesarios para juzgar su valor? ¿No tienen
acaso, las verdaderamente serias, apoyo científico suficiente? A los
políticos se nos pide transparencia cada día, y esto está bien; pero también
las encuestadoras, según creo, tienen el mismo deber.

Nadie puede negar los trastornos que han surgido de un manejo irresponsable
de las encuestas. La lamentable situación que se produjo con motivo de las
elecciones en que participó don José Miguel Corrales como candidato, ha
quedado inscrita como una marca imborrable en la conciencia nacional; pero
hay más. Muchas veces, durante una campaña, aparecen charlatanes que
presentan datos montados falsamente, para sorprender al público. Se confunde
a menudo la encuesta telefónica hecha al azar, sin muestra o por llamadas
voluntarias del público, con la encuesta formulada seriamente, basada en
requerimientos técnicos.

Ingenuamente, pensé que las mociones serían recibidas con beneplácito por
las empresas encuestadoras de mayor seriedad. Y quizá sea así. ¿Por qué no
llevar un registro de las empresas que se dedican a la materia, tal como se
hace con las imprentas? ¿Podrán todas las entidades que hacen encuestas,
acreditar su seriedad? ¿Qué hay de perverso en introducir garantías en esta
materia, no para los partidos, sino para los ciudadanos? ¿A quién se le está
impidiendo, con la propuesta, buscar, recibir y difundir informaciones e
ideas de toda índole? El derecho a mentir y falsear la realidad, la falta de
transparencia son otra cosa. Admito, sin embargo, que puedo estar equivocado
en mi análisis –siempre parto de esa suposición– y haré lo que esté a mi
alcance para que la Comisión ilustre su criterio sobre esta y otras
cuestiones relacionadas con el asunto, antes de proponer al Plenario sus
conclusiones

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Nota del administrador del blog:

El editorial en mención apareció en La Nación el 22 de noviembre del 2006 con el título: Libertad bajo asedio y se puede encontrar en http://nacion.com/ln_ee/2006/noviembre/22/opinion903699.html