“Error garrafal de ministro Garnier”

Al Día, 19 de enero, 2008
Pacheco molesto por eliminación de pruebas
Ronny rojasronnyrojas@aldia.co.cr
El presidente del Congreso y exministro de Educación (1986-1990), Francisco Antonio Pacheco, calificó de “error garrafal” la decisión del Consejo Superior de Educación de eliminar las pruebas nacionales de noveno año.
Si la escuela fuera un jolgorio, tenga la seguridad de que no habría deserción, pero la educación hay que asumirla con seriedad”.
Francisco A. Pacheco, Presidente Asamblea.
“Es paradójico que ahora que se pide gente con altos niveles de educación se ceda ante el facilismo y se realice una operación de ocultamiento de los grandes defectos que tiene la educación”, señaló, irritado, Pacheco.
Pacheco calificó la decisión como “un fruto maleado” de la gestión del actual ministro de Educación, Leonardo Garnier.
La decisión de quitarlas se basó, según explicó Garnier, en que las pruebas no servían para mejorar la calidad de la enseñanza.
“Es igual a decir que como tengo el colesterol muy alto, voy a dejar de examinármelo, en lugar de empeñarme en establecer un régimen de vida distinto”, comentó el Presidente de la Asamblea.
Beatriz Ferreto, presidenta de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), se mostró complacida con la eliminación de las pruebas y dijo que ese ente planteará eliminar también las de bachillerato.
Según Ferreto, esos exámenes contribuyen a la repitencia y la deserción estudiantil.
El presidente del Congreso y exministro de Educación (1986-1990), Francisco Antonio Pacheco, calificó de “error garrafal” la decisión del Consejo Superior de Educación de eliminar las pruebas nacionales de noveno año.
Si la escuela fuera un jolgorio, tenga la seguridad de que no habría deserción, pero la educación hay que asumirla con seriedad”.
Francisco A. Pacheco, Presidente Asamblea.
“Es paradójico que ahora que se pide gente con altos niveles de educación se ceda ante el facilismo y se realice una operación de ocultamiento de los grandes defectos que tiene la educación”, señaló, irritado, Pacheco.
Pacheco calificó la decisión como “un fruto maleado” de la gestión del actual ministro de Educación, Leonardo Garnier.
La decisión de quitarlas se basó, según explicó Garnier, en que las pruebas no servían para mejorar la calidad de la enseñanza.
“Es igual a decir que como tengo el colesterol muy alto, voy a dejar de examinármelo, en lugar de empeñarme en establecer un régimen de vida distinto”, comentó el Presidente de la Asamblea.
Beatriz Ferreto, presidenta de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), se mostró complacida con la eliminación de las pruebas y dijo que ese ente planteará eliminar también las de bachillerato.
Según Ferreto, esos exámenes contribuyen a la repitencia y la deserción estudiantil.
1 Comments:
Compararnos con los mejores
Leonardo Garnier
En educación, calidad y cobertura son dos temas inseparables: una educación que llega a todos pero es mediocre, de poco sirve; como de poco serviría una educación de calidad que excluya a la mayoría. En Costa Rica pecamos por ambos lados: nos falta calidad... pero nos falta también equidad y cobertura. Fue en ese contexto que el Consejo Superior de Educación, luego de más de un año de análisis, de comparaciones internacionales, de discusiones con expertos de diversos países y de diálogo con nuestros mejores expertos en evaluación, tomó una serie de decisiones para mejorar el tipo de pruebas que usamos:
• Se decidió transformar las pruebas de noveno en pruebas diagnósticas y no de promoción;
• se reiteró la importancia de fortalecer y consolidar el bachillerato como un instrumento clave y obligatorio para la certificación de la conclusión de la educación media; y
• se acordó incorporar a Costa Rica en las principales pruebas internacionales de evaluación de la calidad educativa: PISA y TIMMS.
¿Por qué cambiar las pruebas de noveno? Porque, si bien no son el único factor responsable, sí parece evidente que se habían convertido no tanto en un colador – como alguna gente argumenta – sino en un instrumento que desestimulaba el estudio riguroso de los programas de noveno año y, por tanto, provocaban el fracaso en décimo. Los datos son más que evidentes: a pesar de haber aprobado la prueba nacional de noveno el año anterior, un 25% de los estudiantes de décimo año reprueban. El porcentaje de repitentes en décimo es uno de los más altos de la secundaria; y, más grave aún, un 20% de los estudiantes que inician el décimo año abandonan el colegio antes de entrar a undécimo.
Esto sugiere claramente que las pruebas de noveno no estaban cumpliendo su cometido, ya que son precisamente estudiantes que aprobaron esas pruebas los que tienen las tasas más altas de fracaso, repetición y deserción de los últimos cuatro años de secundaria. Si las pruebas efectivamente hubieran estado jugando ese papel de filtro de calidad... el fracaso se vería en noveno; pero no: se ve en décimo.
Este efecto perverso de las pruebas resulta de un hecho simple: para pasar al décimo año bastaba con traer un promedio aceptable de sétimo y octavo y salir más o menos bien en la prueba de noveno. Esto se traducía en un gran desinterés de los estudiantes – y sus docentes – por estudiar con esfuerzo y rigurosidad los contenidos propios del noveno año. Más bien se dedicaban los primeros dos trimestres de ese año a “prepararse para la prueba” y, luego de la prueba – como los mismos estudiantes reconocen – a no hacer nada.
Si nuestra meta es la de elevar la calidad y cobertura de nuestra educación, no podíamos seguir así. Era urgente recuperar el noveno año y, por eso – igual que se hizo hace un año con las pruebas de sexto – el Consejo Superior de Educación tomó la decisión educativamente más responsable: transformarlas en pruebas diagnóstico que brindaran al Ministerio una información mucho más fina y detallada con la cual tomar las acciones necesarias para corregir los problemas identificados. La evaluación no es una autopsia ni un fin en sí mismo: es un instrumento de cambio.
El cambio más importante, sin embargo, es al que menos énfasis se ha dado en los reportajes: reconociendo que hoy por hoy no basta compararnos entre nosotros y que la calidad de la educación que reciban es el principal activo con que nuestros jóvenes pueden garantizarse un futuro en el mundo en que les toca vivir, la decisión del Consejo de transformar las pruebas de noveno incluye la decisión histórica de incorporarnos a las principales pruebas del mundo: PISA y TIMMS, así como seguir participando en las pruebas regionales del LLECE. Estas decisiones no son, como se ha querido dar a entender, una concesión al “facilismo”. Todo lo contrario, son un intento de dar un salto hacia una evaluación más rigurosa, basada en criterios y no en normas; y, sobre todo, una evaluación que nos permita compararnos con los mejores del mundo.
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