Francisco Antonio Pacheco Fernández

Información aparecida en medios de comunicación digitales respecto del Dr. Francisco Antonio Pacheco. Presidente de la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica

5.14.2006

Lección cívica

Editorial de La Nación, 13 de mayo, 2006
http://www.nacion.com/ln_ee/2006/mayo/13/opinion0.html

Durante los quince días que han seguido a su estreno, la Asamblea Legislativa ha dado muestras de que un clima más racional, constructivo y decoroso predomina en su actitud y en sus trabajos. Quince días es, posiblemente, un tiempo exiguo para aventurar conclusiones firmes. Sin embargo, las muestras observadas alimentan la esperanza de la continuidad. En ello va el cumplimiento de las promesas políticas formuladas y la reconquista de la confianza del pueblo en el sistema político y en la eficacia del sistema democrático.
Lo más alentador es que este clima no parece ser fortuito, propio de los titubeos, incertidumbres y recelos de quienes en su mayor parte apenas se inician en el manejo de los trámites, los procedimientos y las engañosas facilidades de la retórica parlamentaria. Bien podría ser todo un carácter. Compete a los diputados demostrar con hechos que este juicio no es un mero deseo.
Tampoco parece ser el resultado de los buenas intenciones de algunos legisladores en particular, interesados individualmente en tonificar el desvaído órgano legislativo, que a la postre son barridos como en otras ocasiones por la marcha tormentosa e impredecible de eso que llaman "la corriente legislativa". Por el contrario, da la impresión de que por fin las fracciones legislativas en su conjunto, aunque cada una de ellas por aparte, están aprendiendo las lecciones del pasado, sobre todo del pasado reciente, y convergiendo en un común propósito de enmienda; de que han descifrado los signos de estos tiempos y han reparado en que el barullo, la ciega hostilidad y la ramplonería no son buena política, ni política alguna, y que encubren mal la endeblez y la improvisación de los partidos y su modesta y cuestionada aptitud para la participación democrática dotada de propósitos y de sentido.
Por eso, no es un disparate abrigar a temprana hora una cauta ilusión sobre el desenvolvimiento de la Asamblea Legislativa, a la vista, por ejemplo, del debate que tuvo lugar en estos días sobre la descentralización administrativa y la cuestión municipal, y del resultado alcanzado. Si hay órganos polifacéticos en la configuración del Estado, la Asamblea les gana con mucha ventaja a todos. De allí, entre otras cosas, su complejidad, la resistencia que ofrece a los juicios fáciles y la dificultad que tiene, a veces inesperadamente, el transitorio oficio de representante popular y legislador.
Sin ir más lejos, la Asamblea es el espacio orgánico donde la lucha política, y específicamente la lucha electoral, prosigue después de las elecciones. Como allí están los actores de esta lucha, es en este sentido un "sitio de desencuentro", y esto condiciona, naturalmente, el ejercicio de todas las atribuciones legislativas. Pero la Constitución, que no lo ignora, no concibe la Asamblea como un mero foro de la nación, un comité de agravios o un agente para moldear o disputarse la opinión pública. Prueba de ello es que la Constitución Política le asigna ciertas potestades decisorias, en particular la producción de la ley. Así, la Asamblea es también un "sitio de encuentro", de búsqueda y entendimiento, de configuración y no solamente de estancamiento y destrucción. De ahí su racionalidad y su obvia importancia para la dirección del gobierno y el bienestar público.
En el discurso legislativo de los primeros días de la actual Asamblea se entrevé un poco de todo esto. Por eso hablamos de un nuevo clima. Sería muy provechoso que, como expresamos, fuese permanente y no pura coyuntura. Esta es la lección cívica que quisiéramos recibir de la Asamblea.